En mi artículo sobre el valor de ponerse metas mencioné que mi resolución central para el 2020 es ponerme una meta cada mes.
Mi objetivo es que cada meta que me pongo cada mes sea una meta que deba seguir llevando para el resto del año, y potencialmente para años posteriores. Y así mejorar y enriquecer mi vida y alcance de valores y logros
Mi primera meta, la de enero, fue memorizarme un poema por semana. Meta que estoy cumpliendo cada semana.
Mi segunda, la meta de febrero, fue publicar una entrada de mi blog diaria. Febrero fue mi prueba piloto para esa meta. Viendo el éxito que tuve en esa prueba piloto, para el resto del año escribiré entradas diariamente de lunes a viernes. Aunque siempre escribiré, según quiera, en fines de semana como hoy.
Ahora, mi meta para marzo, será otra que va a ser importante para la cultivación de mi bienestar espiritual.
Para marzo, he decidido empezar mi meta de leer por lo menos 5 horas semanales de literatura que no forme parte de mis cursos en la universidad.
Esa es una meta que me motiva mucho porque la literatura ha jugado un papel crucial en mi crecimiento como ser humano, en mi apreciación de la vida, y en encontrar lo sagrado en la existencia humana.
Ya ha pasado la primera semana de marzo, y efectivamente, ya empecé con esa meta.
Esta semana leí la primera parte de Chantecler de Edmond Rostand.
Una obra teatral en cuatro actos que hasta el momento he disfrutado mucho y me con la que me he reído también. Espero para la próxima semana terminar de leerla y después seguir leyendo una historia corta o cuento por semana.
Ésta es una meta que también me emociona. Ya quiero tomar obras que por mucho tiempo he dejado en cola para leer pero nunca me he dado la oportunidad de leer. Ya es tiempo de avanzar con esa larguísima lista.