Hoy fue día de La rebelión de Atlas en mi clase de Ética de la libertad.
Yo estoy en tercer año y mis compañeros están en primer año. Yo ya he llevado la clase y ya he leído y analizado el libro tres veces antes.
Y la diferencia en la comprensión del tema mía y la de mis compañeros es considerable.
Eso es algo que mis compañeros saben. A menudo cuando estamos en diálogo, y especialmente cuando algunos no hacen la lectura, esperan, y me dicen explícitamente, que yo explique la novela. O como me lo dijo hoy uno de ellos, «que los ilumine». Pero eso es lo que nunca hago.
No lo hago porque no me considero en la posición ni me preparo para llegar a las clases y explicarle a mis compañeros el significado de los acontecimientos y las acciones de los personajes de la historia.
Mi objetivo de asistir a las clases es explorar la novela para tratar de entender mejor y aprovechar su riqueza literaria. Lo cual, estoy completamente convencido, se hace mejor en un contexto de diálogo con pares interesados en hacer lo mismo. Mi objetivo no es «iluminarlos» en el significado de la novela; sino, como ellos, explorar la novela y tratar de encontrar el significado juntos colaborativamente mediante el diálogo.
Así que mi enfoque en participar en los diálogos es, en vez de explicar lo que pienso que significa la novela, tratar de formular las mejores preguntas para conocer lo que mis compañeros piensan. Y así conocer su perspectiva y exponerme a diferentes puntos de vista de mi novela favorita. La riqueza de La rebelión de Atlas es inmensa. Y todos quienes tengan el mismo gusto por la novela estarán de acuerdo conmigo en que hacen falta varias lecturas para aprovechar más y más la profundidad y amplitud de los temas que presenta. Y una de las formas de explorar toda esa profundidad es mediante el diálogo con más personas.
Así que, aunque mis compañeros a menudo me piden que les explique tal significado de la novela, si lo hiciera, eso muy probablemente no los ayude mucho a hacer el trabajo por ellos mismos por entender la novela. Así que me enfoco en formular preguntas y hacerles preguntas de seguimiento para contribuir a que en el diálogo cada uno pueda aportar perspectivas propias sobre lo que se está discutiendo. Perspectivas de las que todos nos beneficiamos porque nos hacen pensar más.
Mi reto en la clase es salir con las mejores preguntas, más simples y más profundas para aportar así al diálogo.
Nunca ha sido el caso que salgo de la clase sin nada nuevo que aprender. Siempre en la discusión surgen nuevas preguntas y nuevos puntos de vista sobre los que explorar los acontecimientos de la novela.
Por eso es que disfruto tanto asistir a esas clases. La estimulación intelectual y el colaborar con otros para aprender juntos.