Tema: Más allá de las raras excepciones, no hay oposición a los líderes en esta sociedad. ¿Por qué es esto? ¿Qué ideas deben aceptar las personas de esta sociedad para vivir una vida de obediencia, trabajo penoso y miedo?
“Y todo lo que no está permitido está prohibido”, en esta frase dicha por Internacional 4-8818 se resume el régimen bajo el cual es gobernado el mundo entero en el futuro distópico que Ayn Rand nos presenta en Himno.
Esta es la forma en que las comunidades del mundo están organizadas en esa historia. Todo aquello que no está explícitamente permitido en las leyes del estado está prohibido. Y los habitantes allí son castigados severamente cuando hacen algo que está prohibido tanto como cuando no cumplen con las órdenes que sus líderes les dictan.
Esto debe sonar extraño para la mayoría de nosotros. En este mundo, nosotros nos podemos levantar los sábados tarde, salir con quien queramos, y quejarnos en público de las leyes que pasan los diputados, y nadie está ahí para azotarnos por eso, ni hay leyes que nos impongan varios años de cárcel por decir lo que queramos. Pero este no es el caso para las personas en el mundo de Himno. Y parece que ahí nadie cuestiona, y mucho menos se opone a las leyes del estado. ¿Qué oscura fuerza hace que los habitantes de esas aldeas acepten tan obedientemente, y de forma muy pasiva las estrictas reglas y los agobiantes trabajos que sus líderes les imponen?
Si leemos cuidadosamente lo que los personajes dicen, que les han enseñado vamos a encontrar ciertas ideas básicas que ellos han aceptado sobre sí mismos, y sobre el mundo en el que viven.
“No se atrevan a elegir el trabajo que les gustaría realizar… el Consejo de Vocaciones sabe, en su gran sabiduría, dónde ustedes habrán de ser útiles para sus hermanos… Y si sus hermanos no los necesitan, no hay razón para que la tierra soporte el peso de sus cuerpos”.
Esto es lo que todas las personas de las aldeas escuchaban de sus maestros. Y esto es lo que todos aceptaban, y era lo que esperaban cuando llegara la hora de encarar al Consejo de Vocaciones para recibir el mandato sobre la actividad a la que se dedicarían el resto de sus vidas. ¿Y qué tal si alguien quería ser un actor, pero fue mandado a ser un estudioso? ¿Si quería seguir cierta vocación, pero le ordenaban una diferente? Nadie se debía atrever a siquiera pensarlo. Porque eso iba a ser imposible de hacer para ellos. Ciertamente no fue posible para el protagonista de la historia, Igualdad 7-2521 ir a la Casa de los Estudiosos y descubrir los misterios del universo. En vez de eso, él fue enviado a la Casa de los Barrenderos. Él no podía decidir qué hacer de su vida excepto aceptar lo que el consejo le dijo que hiciera. Junto con sus hermanos, ellos eran obligados a abandonar cualquier deseo de ser alguien que ellos querían llegar a ser, por algo que ellos no querían ser.
¿Qué es eso a lo que ellos eran obligados? ¿Qué es eso que supone que entreguemos algo que valoramos, a cambio de algo que valoramos menos? Un sacrificio. Pero sacrificar es lo contrario a comerciar. Porque siempre que compramos o vendemos algo, estamos entregando algo que tiene cierto valor para nosotros, pero que entregamos a cambio de algo que tiene más valor para nosotros. Para quienes nos suscribimos a Netflix, todas las horas de diversión viendo los programas valen muchísimo más que los nueve dólares que pagamos al mes. Pero si le regalásemos el dinero de la suscripción a un vagabundo cualquier día por la calle y quedásemos sin ver el final de nuestra serie favorita, eso sí sería un sacrificio. Y en el mundo de Himno todos sacrificaban cualquier deseo por hacer lo que ellos querían justo como sus maestros les enseñaban. Y esa era la única razón por la que la tierra habría de soportar el peso de sus cuerpos, para que pasaran su vida sacrificándose por sus hermanos.
Todo el auto-sacrificio que los aldeanos en ese pueblo hacían, lo hacían por sus demás hermanos, y nunca tomaban una acción que beneficiara exclusivamente a ellos mismos. Ellos lo tenían claro y lo recordaban cada noche antes de desvestirse para dormir:
“Nosotros no somos nada. La Humanidad es el todo. Por gracia de nuestros hermanos se nos es permitida la vida. Nosotros existimos a través de, por y para nuestros hermanos que constituyen el Estado. Amén”.
Sacrificio tras sacrificio, todos en esas comunidades practicaban consistentemente todo un código que guiaba sus vidas día a día. Igualdad 7-2521 afirma varias veces las transgresiones que cometía y lo graves que eran. Él reconocía que de acuerdo con lo que le enseñaban, las cosas que hacía eran ‘inmoralidades’. En efecto, el código moral que tiene como principio básico el auto-sacrificio es el código moral del altruismo. En términos simples altruismo es alter-ismo, alter siendo simplemente el latín para ‘otro’, el altruismo es otro-ismo. La doctrina moral de que los seres humanos existen para servir a otros, sacrificarse a otros.
De ahí entonces que las leyes del Estado prohíben absolutamente que una persona apenas pase tiempo sola, y mucho menos que haga algo sola o piense sola. Porque de acuerdo con la moralidad que predican, esa es “la raíz de todos los males”. Todas las grandes “transgresiones” convellan que las personas se traten a sí mismas como individuos fuera de el colectivo que son todas las personas juntas.
Esto lo declaran las palabras grabadas en mármol sobre los portones del Palacio del Consejo Mundial de forma muy clara:
“Somos uno en todos y todos en uno.
No hay hombres sino sólo el gran
NOSOTROS,
Uno, indivisible y para siempre”
Pero aún hay una idea fundamental que soporta desde la raíz la moralidad del altruismo. Porque ¿cómo saben los líderes que esa es la forma correcta de dirigir el Estado? ¿cómo lo comprueban?, y ¿cómo lo llegan a saber y a comprobarlo las demás personas? Veámos lo que dice Igualdad 7-2521 sobre las palabras recién citadas:
“Y estas palabras constituyen la verdad, ya que están escritas en el Palacio del Consejo Mundial, y el Consejo Mundial es el cuerpo de toda verdad.”
Efectivamente, la única razón por la que los líderes y maestros dictan la moralidad del altruismo a las personas es porque el Consejo Mundial lo dice, y por que el Consejo Mundial es el cuerpo de toda verdad. Y ninguna evidencia o prueba de verdad es ofrecida. La única fuente de conocimiento, desde astronomía hasta guianza moral, es el Consejo Mundial, del cual toda palabra que emite constituye verdad.
El misticismo es la otra doctrina que, muy estrechamente con la moralidad altruista, prevalece en las ideas de la gente en esas aldeas. El misticismo es la aceptación de alegaciones sin evidencia o prueba alguna. El misticismo es esa idea más profunda por la que esas personas aceptan todo lo que sus maestros y líderes les dicen. ¿Qué pasa si alguien exige pruebas sobre verdad o si alguien opta por otras fuentes de conocimiento aparte del Consejo Mundial? Quien lo haga será azotado, enviado a la cárcel por años, o, como pasó con aquél hombre que Igualdad 7-2521 presenció en su niñez, ser quemado en la plaza central por haber descubierto la Palabra Innombrable y aceptarla devotamente. Y vemos que esto es fomentado muy temprano desde la escuela, cuando a nuestro protagonista le prohíben hacer más preguntas de tantas que él hacía.
La total dedicación al misticismo— el aceptar alegaciones sin prueba ni evidencia— y la total dedicación a la moralidad altruista —del auto-sacrificio hacia los demás— es lo que hacía a los individuos en las comunidades en esta historia ser obedientes y ser dóciles esclavos ante sus amos del Consejo Mundial y de los demás consejos.
Así, lo que vemos en Himno es un mundo en el que la posibilidad de alcanzar cualquier valor personal es borrada de la faz de la tierra (con la excepción de Prometeo—antes Igualdad 7-2521— por supuesto) gracias a estas ideas fundamentales que las personas adoptaron en su vida. Olvidándose completamente de sí mismos como individuos y del poder de su mente, últimamente perdiendo el concepto de “yo”.
Prometeo, descubriendo la casa que encuentra junto con Gaia al final se pregunta: “¿Qué clase de mundo tenían los hombres de los Tiempos Innombrables?” Quienes deseamos un mundo mejor nos preguntamos: ¿Qué clase de mundo queremos tener? Cualquiera que sea nuestra respuesta, si es un mundo en el que la vida y el florecimiento humano son alcanzables, el misticismo y el código moral del altruismo son lo primero que debemos desafiar.